miércoles, 18 de marzo de 2009

Cines Renoir Romareda: Los abrazos rotos



Sinopsis
Un hombre escribe, vive y ama en la oscuridad. Catorce años antes sufrió un brutal accidente de coche en la isla de Lanzarote. En el accidente no sólo perdió la vista, también perdió a Lena, la mujer de su vida.

Este hombre usa dos nombres, Harry Caine, lúdico seudónimo bajo el que firma sus trabajos literarios, relatos y guiones, y Mateo Blanco, su nombre de pila real, con el que vive y firma las películas que dirige. Después del accidente, Mateo Blanco se reduce a su seudónimo, Harry Caine. Si no puede dirigir películas se impone sobrevivir con la idea de que Mateo Blanco murió en Lanzarote junto a su amada Lena.

En la actualidad, Harry Caine vive gracias a los guiones que escribe y a la ayuda de su antigua y fiel directora de producción, Judit García, y de Diego, el hijo de ésta, secretario, mecanógrafo y lazarillo.

Desde que decidiera vivir y contar historias, Harry es un ciego activo y atractivo que ha desarrollado todos sus otros sentidos para disfrutar de la vida, a base de ironía y una amnesia autoinducida. Ha borrado de su biografía toda sombra de su primera identidad, Mateo Blanco.

Una noche Diego tiene un accidente y Harry se hace cargo de él (su madre, Judit, está fuera de Madrid y deciden no comunicarle nada para no alarmarla). En las primeras noches de convalecencia, Diego le pregunta por la época en que respondía al nombre de Mateo Blanco, después de un momento de estupor Harry no sabe negarse y le cuenta a Diego lo ocurrido catorce años antes con la intención de entretenerle, como un padre le cuenta un cuento a su hijo pequeño para que se duerma.

La historia de Mateo, Lena, Judit y Ernesto Martel es una historia de "amour fou", dominada por la fatalidad, los celos, el abuso de poder, la traición y el complejo de culpa. Una historia emocionante y terrible cuya imagen más expresiva es la foto de dos amantes abrazados, rota en mil pedazos.

Crítica
La última película de Almodóvar no ha recibido las buenas críticas de las anteriores. Da la sensación de que incluso, aunque es difícil dado el poder mediático del manchego y de la expectación con que se esperaba su último trabajo, quisieran que pasase desapercibida. Es lo que suele ocurrir cuando no se sabe qué hacer con un material nuevo y diferente, por su forma y contenido, que al ser analizado no puedes encasillarlo bajo los cómodos clichés y tópicos que utilizabas en las demás películas. Hablando claro, los críticos no saben “cómo cogerla”. Las historias entrelazadas y el tema del cine dentro del cine no son nuevos, pero Almodóvar consigue a través de la emoción y la buena dosificación de la intriga, conmover y hacer pensar al espectador. En síntesis lo que se nos narra es la confrontación entre dos hombres por el amor de una mujer, Lena uno desde la manipulación y el poder, el empresario Ernesto Martel y otro desde el sentimiento, el director de cine Mateo Blanco. Nos metemos en la piel del personaje Diego, hijo de Judit, la fiel ayudante de Mateo, que durante los días de ausencia de ésta convive con el director, quien le cuenta la historia acaecida catorce años antes. Lena, magníficamente interpretada por Penélope Cruz, es el objeto de amor de su jefe y del director de cine. Es un papel difícil que ha de interpretarse con contención, pues no parece una mujer real sino el campo de batalla entre dos rivales enconados. El frío empresario sufre unos celos terribles ante la aparición de un hombre que además de desearle, parece ofrecerle algo más. Y desde la sombra y el espionaje, descubre lo que le considera una traición de quien considera su posesión.

El argumento se sigue fácilmente, a través de unos flashbacks bien conseguidos entre el pasado y el presente. Es un ejercicio depurado del director, en la que posiblemente es una de sus películas más elaboradas desde La Mala Educación, curiosamente vapuleada por los críticos. Ambos títulos responden a un lenguaje cinematográfico distinto a las demás. Son igual de viscerales que todas de Almodóvar, pero los sentimientos no acaban de desatarse externamente sino que abundan los silencios y los primeros planos. Esa fuerza, por contenida, hace que el espectador la perciba precisamente con más impacto.

El título de la película, como siempre, es revelador. Los abrazos rotos es una historia llena de encuentros y desencuentros, del poder vital del amor pero también de su capacidad de destrucción.

Y para terminar, tengo la intuición de que esta película gustará más fuera de España, como le ocurre a Woody Allen fuera de los Estados Unidos. ¿Recuerdan su película sobre un director que tiene que rodar a ciegas? En ambos casos, la falta de visión dirige la luz hacia el mundo del interior, pero en el caso de Almodóvar hay un poso de tristeza pues el accidente que acaba con la vida de la amada y le produce la ceguera al protagonista es la expresión del fin del amor y sólo le queda, en el inquietante final, el intento de reconstruir la película que rodó con ella.



Otra Crítica

El cine de Almodóvar nunca te deja indiferente y siempre encuentras momentos sublimes que justifican el que sea nuestro director con más talento y más internacional.
Sus escenas siempre tienen una fuerza descomunal. Como esa en la que el hombre poderoso que quiere a Lena contrata a una lectora de labios para comprobar que está siendo engañado. Porque Lena- Penélope- no le ama a él, sino al Director de cine- Lluís Omar-.

Los abrazos se rompen por un accidente, pero se rompen también por el acoso de este hombre a unos enamorados que se sienten febrilmente atraídos y que no tienen miedo de demostrar su amor aún sabiendo que ese amor puede llevarles a la muerte o a un desenlace trágico.
Después de ese amor, a Harry sólo le queda vivir por vivir, hasta que el hijo del hombre rico desea vengarse de su padre y le hace revivir a Harry lo ocurrido años atrás.

El rojo vuelve a dominar esta película de Almodóvar, el rojo del deseo, de la pasión.
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