lunes, 16 de marzo de 2009

Cines Renoir Romareda: Gran Torino



Sinopsis
Clint Eastwood dirige y protagoniza el drama "Gran Torino", que marca su primer papel cinematográfico desde su película ganadora de un Oscar, "Million Dollar Baby". Eastwood interpreta a Walt Kowalski, un veterano de la Guerra de Corea inflexible y con una voluntad de hierro que vive en un mundo en perpetua evolución, que se ve obligado por sus vecinos inmigrantes a enfrentarse a sus antiguos prejuicios.

Crítica
A Clint Eastwood le pasa como al buen vino, que mejora con el tiempo. Gran Torino es el ejemplo de ello. No sabemos si como se rumorea esta sea la última película que dirija y protagonice, pero pone en ella todo su saber en ambas facetas. De una mirada simplista pudiera deducirse que el papel en el que actúa es fácil, habiendo hecho de tipos duros como en su etapa de actor, pero en realidad todo es más complejo. Al viejo Walt Kowalski, a sus años, jubilado y recién viudo, antiguo combatiente en la guerra de Corea, sólo parece esperarle una oscura vejez sin cambios e ilusiones, pero es en esta nueva etapa cuando van a producirse grandes cambios aunque no provengan de él sino de un mundo actual en permanente transformación. Hombre rudo y arisco, ha vivido en una época en que los hombres tenían mucho que hacer y poco que hablar y mantener una imagen de seguridad en sí mismo pese haber vivido momentos traumáticos como lo es una guerra.

Ahora el barrio donde se empeña en seguir viviendo apenas quedan americanos de origen. Sus vecinos son chinos, las bandas de negros y chicanos dominan la zona. Es cierto que sus pocos amigos son un peluquero italiano o un constructor irlandés, su apellido es de origen polaco incluso, pero son ellos, los blancos, los que han construido los cimientos del país. La bandera de la patria ondea en su porche. Todo aquel que no sea de su raza es sospechoso. Los nuevos vecinos, de la misma raza que los coreanos a los que tuvo que matar en la guerra, le repelen.

Este es el punto de partida. Hasta que una tribu urbana de chinos le obliga a su adolescente vecino a intentar robar su coche para ser admitido. Este coche, un Gran Torino del 72 es un orgullo para él. El aborta el intento de robo y su odio parece aumentar pues el infractor no sólo es chino, sino que comparado con él este joven reservado y diferente a los demás es poco hombre, no es duro, hace tareas de mujeres. Su familia lo ofrece como ayudante para expiar su culpa y él lo acepta a regañadientes. La gratitud de la familia le es molesta, pero poco a poco convive con ella. A falta de verdadero cariño por su familia biológica, que no olvidemos el creó y crió bajo la máscara de padre autoritario, sus vecinos le brindan su amistad (excepto los viejos como él) ya que él, por un sentido de la justicia instintivo va sacando de apuros al joven chino y a miembros de su familia de las garras de violencia callejera. Pero eso genera más violencia, y Tao, su joven ayudante, es cada vez más acosado.

Él intenta hacerlo más hombre, le ayuda y apoya porque ve en el buenas actitudes. Ahí Eastwood tiene la maestría de poco a poco, porque es un proceso lento, de identificación de joven y viejo. El viejo no comprende la juventud actual ni la poca masculinidad de su protegido, pero es como si tuviera la segunda oportunidad de críar a un hijo en condiciones.

Todo parece perfecto, pero la violencia va precipitando los acontecimientos y el propio Walt Kowalski ha de calmar la ira que ve en Tao ante los ataques a su familia. Y ha de encontrar un camino distinto de actuación para que los culpables sean castigados por la ley. No tiene que nada que perder pues padece de una gran enfermedad y no le importará jugarse la vida en el intento.
Eastwood actúa y dirige con gran acierto, transmite el mensaje de que es posible vencer los prejuicios raciales, de que hay algo que une a las personas más allá de sus diferencias de color o de ideas. Y de que nunca es tarde para cambiar. Y así como en Cartas desde Iwojima fue capaz de ponerse en lugar de los japoneses en la Guerra Mundial, aquí vuelve a ser permeable a la condición humana universal que todos tenemos. Todo aquel que no sea una piedra se conmoverá con esta gran película.
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